El uso excesivo de dispositivos móviles en niños de corta edad, disminuye excesivamente la comunicación con el entorno y con las personas que le rodean, lo que podría ser un inconveniente para el desarrollo de algunas áreas y a su vez podría facilitar –entre otras disfunciones- un déficit de atención.
Un interesante artículo del Dr. Jorge Catalán Balaguer sobre el desarrollo y el uso de los dispositivos móviles, nos ha hecho reflexionar y preguntarnos entre otras cosas ¿Cuáles son los límites, si los hay? ¿Qué pasa con la evolución de la capacidad de comunicarse de estos niños?
El Dr. Jorge Catalán es uno de los cuatro médicos «super-especialistas» en desarrollo humano que fundaron el Instituto Médico de Desarrollo Infantil en Barcelona, allá por la década de los 80 y tiene con una amplia experiencia en la mejora del desarrollo de niños y adolescentes. Su artículo lo reproducimos textualmente a continuación:
VERANO Y ATENCIÓN
Una observación que me ha hecho pensar y entristecer este verano, es ver a muchos niños, pero a muchos niños, grandes y pequeños, en los restaurantes, bares y chiringuitos, ensimismados ante la tableta, el móvil, el Iphone… o cualquier mini-pantalla, sin decir nada, pasmados, ausentes de la dinámica de su entorno, con una visión y una audición cerradas, exclusivamente mirando unos pocos centímetros de pantalla, a poca distancia de sus ojos… pulsando ansiosamente botones para superar pantallas, viendo series, películas o cualquiera de las muchas ofertas que ofrece la pantalla tonta portátil. En muchas ocasiones los comentarios de los padres, ante la insistencia tozuda del niño, son: “bueno un poco, cuando termines la partida…cuando termine el capítulo… la apagas”, y el tiempo pasa y pasa, y el niño sigue jugando mientras los padres están tan tranquilos a lo suyo.
Me parece mal, por la evidente falta de habilidades que tienen algunos padres para conducir una situación en si misma delicada… que el niño esté quieto durante la comida. Sin duda sería mucho mejor compartir la vivencia con sus mayores, interaccionando con ellos, aumentando los vínculos, disfrutando de la riqueza de un momento tan importante, aprendiendo a descubrir nuevos sabores, olores, texturas… Además, teniendo en cuenta que son situaciones muy difíciles de compartir durante el resto del año.
Me parece especialmente peligroso que la única manera de que el niño sepa estar tranquilo y quieto, sea mirando bobamente una pantalla. Por cierto, intuyo que esta situación, del mal uso de las pantallas, se incrementa enormemente en el cada día de la casa a lo largo del año, especialmente durante los fines de semana.
Tiernos cerebros (los he visto que no alcanzan los dos años) aprenden a inhibir su energía vital activando áreas cerebrales basadas en la observación de los movimientos de los personajes de la pantalla, la repetición de los acontecimientos (mismos episodios), lenguaje sencillo y concreto (no necesita procesarlo)… Pienso en ¿cómo va actuar este niño ante un/a profesor/a que en el aula le explicará conocimientos basados en la información oral? No va a tener apoyo de los poderosos estímulos visuales a los que el niño está acostumbrado. La visión será amplia, panorámica. La audición compleja, rica, con matices, con necesidad de participación activa por parte de él para integrar correctamente la información… Seguro que en la escuela tendrá importantes dificultades para mantener la atención… Pero, algunos siguen pensando que es más fácil recurrir a la pastilla que a ir educando día a día la capacidad de mantener la atención del niño”.
Desde hace décadas, el Dr. Jorge Catalán, apoya algunos de sus tratamientos en la colaboración de otros profesionales y probablemente ello es uno de los motivos por los que tiene tanto éxito.
Olga Esteban
Optometrista comportamental
Imagen: nooccar / photo on flickr
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